Apesar de los riesgos de la alta exposición, especialistas en comunicación política creen que fue un acierto que Alberto Fernández sea el vocero principal de la crisis por el coronavirus . Sin embargo, advierten que el Presidente debería ser prudente, dosificar sus apariciones y evitar que su mensaje vuelva a caer en la grieta.
En apenas un par de semanas, el Gobierno pasó de subestimar el impacto del virus a reaccionar con una batería de medidas drásticas . Este giro tuvo una particularidad: el jefe del Estado se puso al frente de la comunicación. El 12 de marzo, Fernández usó la cadena nacional para alertar a la población sobre el avance de la pandemia. Luego, concedió entrevistas en radio y televisión en las que anticipó decisiones extremas o reprendió a los «idiotas» que violaron las restricciones.